miércoles, 10 de septiembre de 2014

"La voz de Dios"

“La voz de Dios”, así calificaba la música de Mozart el compositor Salieri en la famosa película Amadeus. Nunca mejor dicho si nos referimos a la obra religiosa que os traigo hoy: la magnífica Misa en do menor (K. 427). Para mí esta es, por lo menos, una de las diez mejores obras musicales que se hayan escrito jamás. Y pensaréis, ¿qué tiene esta misa que me apasiona tanto? Ni yo mismo sabría decirlo exactamente, porque la música es muy difícil de describir con palabras. Se pueden añadir todos los calificativos que quieras, pero nunca conseguirás expresar qué es lo que te hace sentir exactamente. Además cada uno tiene su propia percepción subjetiva que difiere totalmente de la del resto. En fin, sólo puedo calificarla de sublime y si la escucháis entenderéis por qué.

Lo que sí os puedo decir con seguridad es que esta misa realmente no es una única obra, sino un conjunto de obras, cada una de las cuales es una parte del texto litúrgico y tiene su propia estructura técnica y su propio carácter expresivo. También os puedo decir que Mozart compuso esta obra como muestra de amor a su mujer, Constanza, que cantaría la voz de soprano. Sin embargo nunca la terminaría (faltan versos del Credo y del Agnus Dei no hay nada escrito), y esto se explica en que le surgían encargos por los que sí recibiría dinero de antemano.


                        
  


Constanza Weber, la mujer de Mozart, y su marido.


En cuanto al estilo musical, esta obra recibe la influencia de J. S. Bach, a quien Mozart acababa de descubrir en el momento que la compone, y del “estilo galante”, que es la corriente musical de moda en el clasicismo. A continuación, os explicaré un poco sus partes desde mi punto de vista subjetivo, aunque, como dije antes, es muy difícil expresar con palabras los sentimientos musicales, lo mejor para entender esta obra es escucharla. Os sorprenderá, como mínimo.


MISA EN DO MENOR (K. 427)



KYRIE. La orquesta presenta suavemente un diseño melódico de una belleza totalmente embriagadora, y entonces entra el coro pronunciando las palabras Kyrie eleison (Señor ten piedad), las voces femeninas las repetirán sin parar en una especie de torbellino vocal lleno de expresividad que asciende hasta lo más alto, para luego reposar en la tranquilidad del principio. Llegamos ahora a la ternura y la serenidad del Christe eleison (Cristo ten piedad), donde la soprano (solista) nos hace una demostración de la belleza de su voz, apoyada por el coro y la orquesta en perfecta armonía, creando un ambiente sosegado que a mí me evoca el atardecer. Esta parte es de una delicadeza indescriptible. Vuelta al Kyrie eleison, con algunas variaciones que le aportan más dinamismo e intensidad.
GLORIA. El tenor pronuncia las palabras Gloria in excelsis Deo, y un grito eufórico desencadena un subidón de optimismo, un poco histérico, que se relajará para luego volver y concluir suavemente. Viene a continuación la bella canción del Laudamus, llena de encanto, donde la soprano hará todo tipo de virguerías con su voz, dulcificando las palabras Laudamus te, Benedicimus te, Adoramus te y Glorificamus te. Pero de repente suena un estruendo, que parece querer expresar rabia y recuerda un poco al Réquiem, es el Gratias. Sigue el dúo entre las sopranos Domine Deus, presentado por la orquesta con una bonita melodía. Cada una recita una parte por separado hasta que sus dos voces se funden creando un conjunto angelical. Nos inunda de nuevo el pesimismo con el Qui tollis peccata mundi, muy gritón debido a la participación de todo el coro pero no exento de belleza. Parece una niebla que lo envuelve todo. Entonces llegamos al Quoniam, donde empiezan cantando las sopranos hasta que se incorpora el bajo, surgiendo una especie de diálogo. A mí esta parte me recuerda al cielo encapotado de Oviedo, porque se nota todavía una cierta melancolía. Pero ahora se despejará totalmente el cielo con la grandiosidad (y brevedad) del Jesu Christe. Un ataque de euforia nos da con la espectacular fuga de Cum Sancto Spiritu, donde todo el coro desarrollará un tema aparentemente sencillo pero cargado de alegría y sonoridad. Al tratarse de una fuga, parece ascender y ascender en una subida interminable. Resultan muy espectaculares las escalas llevadas a cabo por las diferentes voces, destacando las femeninas sobre las masculinas. Todas ellas se van intercambiando las funciones de melodía principal y relleno armónico.
CREDO. El tenor comienza pronunciando las palabras Credo in unum Deum. Inmediatamente la orquesta presenta una música brillante y algo solemne, muy al estilo mozartiano, que encaja a la perfección con la recitación del texto por parte del coro, donde las voces femeninas destacan sobre las masculinas en todo momento, pero se establecerá un diálogo entre ellas. Esta es una de mis partes favoritas. Llegamos ahora a la tranquilidad excesiva del Et incarnatus est, donde se oye un goteo muy suave, por lo que nos da la sensación de estar en el interior de una cueva. Aquí se oye a las sopranos acompañadas de instrumentos de viento.
SANCTUS. Un grito solemne con la palabra Sanctus rompe con la tranquilidad previa y se repetirá tres veces. Empieza entonces un crescendo que desemboca en la magnífica fuga Osanna in excelsis, muy veloz y dinámica, que parece ansiosa pero a la vez mantiene algo la calma. A mí me recuerda un poco a un río que va deslizándose rápidamente por un valle. Empieza el Benedictus, donde intervienen todas las voces cantando unas melodías llenas de sensibilidad. Finalmente, la obra concluye con el fragmento final de la fuga Osanna in excelsis.


Aquí os dejo un vídeo de la misa si queréis escucharla:


TEXTO LITÚRGICO DE UNA MISA:

KYRIE
Kyrie eleison
Christe eleison
Kyrie eleison

GLORIA
Gloria in excelsis Deo.
Et in terra pax
hominibus bonae voluntatis.
Laudamus te.
Benedicimus te.
Adoramus te.
Glorificamus te.
Gratias agimus tibi
propter magnam gloriam tuam.
Domine Deus,
Rex coelestis,
Deus Pater omnipotens.
Domine Fili unigenite,
Jesu Christe.
Agnus Dei,
Filius Patris.
Qui tollis peccata mundi,
miserere nobis.
Qui tollis peccata mundi,
suscipe deprecationem nostram.
Qui sedes ad dexteram Patris,
miserere nobis.
Quoniam tu solus Sanctus,
tu solus Dominus,
tu solus altissimus,
Jesu Christe.
Cum Sancto Spiritu
in gloria Dei Patris.
Amen.

CREDO
Credo in unum Deum,
Patrem omnipotentem,
factorem coeli et terrae,
visibilium omnium et invisibilium.
Et in unum Dominum Jesum Christum,
Filium Dei unigenitum.
Et ex Patre natum
ante omnia saecula.
Deum de Deo,
lumen de lumine,
Deum verum de Deo vero.
Genitum, non factum,
consubstantialem Patri,
per quem omnia facta sunt.
Qui propter nos homines
et propter nostram salutem
descendit de coelis.
Et incarnatus est
de Spiritu Sancto
ex Maria Virgine,
et homo factus est.
Crucifixus etiam pro nobis:
sub Pontio Pilato
passus et sepultus est.
Et resurrexit tertia die
secundum scripturas.
Et ascendit in coelum:
sedes ad dexteram Patris.
Et iterum venturus est cum gloria,
judicare vivos et mortuos:
cujus regni non erit finis.
Et in Spiritum Sanctum,
Dominum et vivificantem:
Qui ex Patre Filioque procedit.
Qui cum Patre et Filio simul
adoratur et conglorificatur:
qui locutus est per Prophetas.
Et unam sanctam catholicam
et apostolicam Ecclesiam.
Confiteor unam baptisma
in remissionem peccatorum.
Et exspecto resurrectionem mortuorum.
Et vitam venturi saeculi.
Amen.

SANCTUS
Sanctus, Sanctus, Sanctus
Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt coeli et terra
gloria tua.
Osanna in excelsis.

BENEDICTUS
Benedictus qui venit
in nomine Domini.
Osanna in excelsis.

AGNUS DEI
Agnus Dei,
qui tollis peccata mundi:
miserere nobis.
Agnus Dei,
qui tollis peccata mundi:
dona nobis pacem.













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